El día jueves 24 de septiembre a las 19 H00 en el teatro “Alfonso Chávez Jara” de la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión Núcleo de Chimborazo y el día 25 en el Aula “Benjamín Carrión” de la ciudad de Quito se realizará el homenaje al poeta Euler Granda
Euler Granda ha trabajado en la palabra desde hace décadas educando a generaciones de poetas y sembrando la poesía en la conciencia colectiva como un referente, palpando el equilibrio de los versos en las acciones cotidianas. Convirtiéndose sin duda en el poeta mayor vivo de Chimborazo y de los hermanos mayores del país.
Como parte del homenaje, Robert Orozco ha construido bajo el manto de la poesía del poeta mayor, un ensamblaje poético musical dividido en siete actos, con coreografías fabricadas para el suceso que harán de la noche, con la cábala de once bailarines un poema canción que se presentará aquella noche
El segundo vagón de este tren mágico apunta a la conciencia, underground y Eduardo Enderica y José Marzumillaga (Piano y Voz), cantan irreverentes “Para cenicientas y vírgenes de media noche" en un mensaje conciencial de amor y otras pasiones
Euler Granda (Ecuador, 1935)
La droga
La más inofensiva,
la más sana,
la que nunca produjo salpullido a nadie;
la que hasta ahora que yo sepa
a nadie le ha pasmado la alegría;
la pájara,
la pajarita
que nos hizo volar sin ser aviones;
la que a mansalva nos hizo sudar miel,
quedar absortos
hasta sacar en conclusión
que el mundo lo teníamos cogido
como a una lagartija por el rabo.
Ese licor,
o si usted lo prefiere
esa licora
que nos hizo espumear sin ser cerveza,
que nos hizo calor en pleno frío.
La rica,
la pura gozadera
que no daba adicción
ni efecto de rebote
ni sueño dependencia
y así todo al respecto.
La bizca,
la bizcacha,
la tuerta,
la tuertacha
que nos hacía ver todo bonito y de colores
Esa descabellada primavera,
ese frescor sin nombre,
ese aroma sin cara,
esa borracha borrachera
que nos exacerbaba el apetito
para que devoráramos las fechas y las calles.
Esa droga, ese placebo
que no era cocaína,
ni peyote, ni crak, ni L.S.D. ni marihuana;
esa droga que en nada coincidía con un ave
y sin embargo era más ave
que las aves.
Esa destartalada,
esa chúcara fruta
que nos hacía sufrir delirios de grandeza,
alucinaciones, vahídos
y sin embargo teníamos
Más salud que los toros.
Esa recontramuerta,
esa enterrada viva droga de la juventud.
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