Tomado del Diario Los Andes....algo que siempre me ha llamado la atención y que por alguna razon
me dan ganas a las 4:00PM cuando el sol no quema mucho...que sera?.
Helados con sabor a verdad
En 1963, Don Germán Martínez y Doña Lida Camacho, una pareja joven, decide tristemente cerrar su joyería, pues la bambalina iba ganando terreno y desplazando al arte de la joyería en oro, lo que hizo que estos artesanos convirtieran a su taller en la más famosa de las heladerías de la ciudad, estamos hablando de los “Helados de San Francisco”.
Una pequeña microempresa que hace 43 años no ha dejado de funcionar ni un solo día, con un horario de atención al cliente desde las 06h00 hasta las 18h30.
“La necesidad -dice Doña Lida- fue la que nos puso en esto, con tres hijos enterito por criar y educar, había que verse una salida. Fue así que un buen día, con 20 helados de a 2 reales empezó este negocio, luego fueron 50 helados, más tarde 100 y hoy por hoy de 400 a 500, que diariamente “engolosinan a chicos y grandes, de poncho y encorbatados, creyentes y no, paisanos y extranjeros”.
Propuestas de hacer una distribución con estos helados no les falta, pero como dice Don Germán: “nunca aceptamos porque la plata no es todo, poco pero rico, mucho es sin gracia”. Al preguntarles ¿qué es lo que ha variado con el pasar del tiempo en su negocio?, él contesta: “han cambiado algunas cosas, el precio por ejemplo: empezamos vendiendo a 2 reales, hasta antes de dolarizarnos costaban 1.500 sucres y, hoy por hoy, vendemos a 15 centavos de dólar”. Lo que no ha cambiado es la tecnología en su elaboración; apresurado recoge las manos de su mujer a las suyas y orgulloso indica “ésta es la tecnología que seguimos utilizando: nuestras manos”; y, efectivamente, es así, desde que van al mercado a escoger la mejor fruta, pasando por la preparación y luego la colocación de los palos en los helados, hasta llegar a poner en la mano de los clientes.
¿Y de qué sabores no más tiene?
De mora, coco, chocolate, taxo y guanábana, con sabor a verdad; y como es eso? –“sin colorantes, ni preserverantes, sin químicos, al natural”-
La anécdota:
Nos comenta que por más de una ocasión les ha tocado regalar todos los helados cuando se va la luz, a fin de que chupen y saboreen las niñas de la Magdalena Dávalos; y cuando no se va la luz también!, a los niños lustrabotas, que pasan por aquí, viejitos que ya están cansados de tanto caminar.
Y en cuestión de marketing... para ellos la mejor publicidad es lo que dicen sus clientes. “Los Helados de San Francisco son buenos por sanos, bonitos por ricos y baratos para nuestros bolsillos”.
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