Rafael Correa y el golpe de estado del cabo Cotonete

Rafael Correa y el golpe de estado del cabo Cotonete

Por: Fernando Villavicencio V

El marco de honor de golpistas latinoamericanos está decorado de apellidos: Galtieri, Videla, Trujillo, Pinochet, Durán Arcentales, Castro Jijón. Generalmente, los golpes de estadolo dirigen generales y almirantes, solo en Ecuador, cabos y sargentos.

Mariano Farinango, campesino de la Provincia de Cañar, se hizo policía luego de un frustrado intento de convertirse en migrante; en su adolescencia soñó con ser agrónomo, pero el destino patrio y la desesperación económica lo condujeron a un uniforme, no ingresó a la academia policial, por donde llegan los generales, se quedó abajo en el mundo de los rasos, cabos y sargentos, sus compañeros de botas le dicen “Cabo Cotonete” por su afición a meterse en partes escondidas y difíciles.
Le enseñaron obediencia, disciplina y lealtad, endureciéndole carne y espíritu hasta secar sus lacrimales, le adiestraron las manos con todo tipo de armas defensoras de la democracia. Ha vivido duras jornadas reprimiendo a gente muy parecida a él: en Dayuma, Molleturo, Zamora, Morona, a los “guambras” del Colegio Mejía; ya ha perdido la cuenta de las bombas lacrimógenas lanzadas y cuántos cuerpos ha sometido, aunque en todas lo felicitaron en nombre de la patria, de la ley y del gobierno revolucionario.

El jueves 30 de septiembre, Mariano Farinango se encontró al otro lado de la realidad, en el hospital de la policía en Quito, donde hace dos días nació su hijo, Walter; llegó a sentirse padre y se encontró con la revuelta. Entonces le tocó moverse entre la cuna y la calle, no podía ser extraño al reclamo de sus compañeros. Inexperto en protestas, tuvo que recordar y acomodar las consignas que tantas veces silenció: “la tropa unida jamás será vencida”, no tenían otra, es la única que registra el diccionario callejero y además tiene rima y musiquita. Prendieron fuego a las llantas que tantas veces apagaron, saludaron con los “guambras” del Mejía que tantas veces reprimieron, y hasta improvisaron pasamontañas con camisetas al estilo “zapatista”, para no ser identificados por los grupos de élite y la inteligencia de PAIS.

¿Qué había tras de esas consignas y de una protesta que inició en un cuartel de Quito y de pronto contagió a los demás recintos policiales del país e incluso a varias unidades militares, ministerios y empresas públicas? Era el rechazo al veto presidencial a la ley de servicio público que modifica y conculca varios derechos y conquistas adquiridas por casi medio millón de trabajadores del Estado. Sí, eso y nada más que eso; y estalló por el lado de la policía, porque otras organizaciones de trabajadores públicos están enmudecidas, la mayoría de sus dirigentes degustando caviar en Carondelet, en nombre de una revolución que se engulló cualquier signo de dignidad y socialismo. La tropa policial y militar son servidores públicos más allá de los roles que cumplan en el Estado y como tal se levantaron, sin siquiera medir las consecuencias de su poder. Los policías ejercieron el mismo derecho de un trabajador de la salud o del ministerio de obras públicas, solo que el impacto dejó en harapos al gobierno y al desnudo lo que en el fondo es el Estado y el poder: “un grupo de hombres armados”.
De pronto, sin que estuviera en la agenda del Cabo Cotonete y demás huelguistas uniformados, el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Rafael Correa, desobedeciendo el descanso médico de 15 días dispuesto por los galenos que intervinieron su rodilla, apareció allí, sostenido en una pierna y en una muleta, con su Ministro de Policía mojado de miedo, entre la tropa, haciendo gala de su estilo de gobierno: soy el Presidente, soy la Asamblea, soy la Corte de Justicia, soy el Gabinete, soy el Comandante de Policía, soy el Estado, soy la democracia.

Con una valentía parecida a estupidez y a provocación, hizo lo que mejor sabe: asaltar micrófonos, cámaras de tv, posicionarse en la tarima, agitar la adrenalina social y extremar pasiones. Emulando al ex Ministro de Energía de Gutiérrez, Carlos Arboleda, “Tarzán de la Alpallana”, desafió a todos, abriéndose la camisa y pidiendo que lo maten. Como en un Macondo urbano, la presa se lanzó a la pólvora, la víctima con sus propios pies, al menos con uno, fue directo a sus captores, “rogando” que lo secuestren. Desbordó los límites, sobreactuó, y en las puertas del hospital recibió de su propia medicina: saboreó el bromuro de bencilo (clorobenzilideno malononitrilo) o gas lacrimógeno tantas veces usado en contra de “ambientalistas infantiles”, “izquierdistas bobos”, “mineros mafiosos”, “burócratas dorados”, “melenudos”, “bandoleros”, “enemigos del cambio”, como suele acusar cada sábado a quienes no le hacen reverencia.

Farinango con su hijo llegando y las familias de sus compañeros tomados los cuarteles, los jefes: coroneles y generales, intentando calmarlos, incluso bajo amenazas, pero ellos tenían las armas y eran mayoría, casi cuarenta mil frente a unas cuantas decenas de comandantes armados de susto. La cadena de mando y obediencia se hizo trizas, la tropa policial desconoció las órdenes de arriba; los “nadies” se rebelaron calificando a sus comandantes de traidores. Obligados a cumplir órdenes en nombre de la democracia, a dar la cara y poner la bala en nombre de un poder invisible y cobarde, a mancharse las manos para que otros anden limpios, a golpear y luego gritar su dolor en silencio, a encarcelar pobres y hacerse de la vista gorda frente a los peces gordos, ellos solo querían un trabajo para sobrevivir, en una sociedad que no pudo ofrecerles más.

Los oficiales palidecieron, las estrellas opacadas, palas y charreteras huérfanas de brillo. El poder quedó desnudo de poder, los ministros y asambleístas revolucionarios sin guardaespaldas, sin motonetas ni carros blindados, alargando el paso, pisando huevos, parecían vendedores de pólizas de seguro en guerra civil, apenas ropa con carne y hueso.

Los mandos medios de la revolución, corrían a buscar banderitas verdes descoloridas, por facebook y tweeter llamaban a sus pares hasta la plaza grande a defender la democracia y de paso sus puestitos ganados sin concurso de merecimiento; otros los más gatos, por si acaso, mandaron sacar de sus despachos toda prueba que los involucre con varios ceros a la derecha arrancados del erario nacional.

Afectado por los gases, la presión arterial enloquecida, la rodilla inflamada y los nervios destrozados, el Presidente fue atendido en el hospital por médicos y enfermeras de la Policía, se instaló en la habitación 302 donde recibió todas las atenciones, hasta ese momento jamás se habló de secuestro ni nada por el estilo, tanto así que entraban y salían ministros, asambleístas, periodistas de los medios oficiales, en algo muy parecido a un gabinete itinerante de los que arma todas las semanas. Desde el hospital, Rafael Correa, despachó, dispuso el estado de excepción, la movilización militar, se quejó ante sus colegas del mundo, ente la condenada OEA y la UNASUR, ordenó una cadena nacional de radio y televisión ininterrumpida, en la cual solo desfilaron las voces gobiernistas; desde entonces los locutores de la radio pública se convirtieron en agitadores, convocando al país a levantarse para liberar al Presidente secuestrado y sofocar el golpe de estado. Secuestro especial, lleno de periodistas, cronistas gráficos, enfermeras, médicos, enfermos, niños, miembros de fuerzas especiales, asesores venezolanos y el gabinete en pleno entrando y saliendo del escenario de “cautiverio”.

Todas las versiones de médicos, enfermeras, periodistas independientes, oficiales de policía y la lógica de los acontecimientos, conducen a señalar que en horas de la tarde del 30 de septiembre, los guionistas del régimen armaron su propia obra teatral. El Presidente “quería salir con la frente en alto”, no podía abandonar el hospital en medio del himno policial y la calle de honor que le prepararon los Farinangos, Quishpes y Daquilemas, no, él es RC, Revolución Ciudadana, y tenía que salir redimido por su Estado Mayor, convertido en héroe en medio de un teatro de guerra, con muertos y heridos, con recién nacidos asfixiados, mujeres y hombres enfermos, doblemente enfermos, con un hospital bombardeado.

El himno de la policía se había acabado, la calle de honor esperando que salga el Presidente, cuando de pronto, sin aviso, el asalto total, un pequeño Bagdad en Quito. Entre la música de las ametralladoras, gritos y silencios eternos, Rafael es rescatado de las “garras de los golpistas”, por sus grupos de élite, mientras en Palacio la muchedumbre llora y vibra con las imágenes transmitidas en vivo y en pantalla gigante que se había preparado. El héroe llega, hace lo que sabe, se ubica en la tarima, toma el micrófono, mira a las cámaras, acomoda la sonrisa, se pone la alimentadora en la garganta y dispara: “una vez más la revolución ha triunfado, el golpe de estado de la derecha ha sido sofocado, hasta la victoria siempre”

Caído el telón, Mariano corre a ver a su hijo y a su esposa, los abraza y llora las otras lágrimas, aún se siente el gas, Walter se ha bautizado en el oficio de su padre. Al día siguiente, la Fiscalía acusa al Cabo Cotonete de conspiración e intento de golpe de estado contra el gobierno revolucionario.

Mariano Farinango, tiene que renunciar obligatoriamente, como dispone la nueva ley del sector público; los ahorritos y bonos del Estado que reciba, ojalá le alcancen hasta el año 2016, cuando Walter cumpla 16 años, y pueda ir a la Academia de Policía a hacerse General. Para entonces Rafael Correa se postulará a su sexto mandato, Walter ya podrá votar, pero nunca olvidará aquel 30 de septiembre de 2010, cuando junto al Presidente, estuvo secuestrado por su padre, el Cabo Cotonete.

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Comentario

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Comentario de Santiago Geovanny Oleas Escalant el octubre 9, 2010 a las 1:32pm
No puedo más que felicitarte estimado Alfonso Pino, me ha gustado la visión practica y concienciada de un hecho repudiable por la sociedad, a través de tu acertada cronología de la realidad y verdad del cabo Cotonete, que por su problema de educación debido a la mala enseñanza de profesores del MPD que no supieron impartir el respeto a la vida de un ser humano por más contrario a las ideas que tenga este, o el respeto a la máxima autoridad, titulo que se a ganado honradamente a través de su trabajo.

Lo admirable es como existen argumentos tipo historias del cura sin cabeza o la dama tapada, tan rastreros al defender lo indefendible. Una persona que utilice el del seis por ciento de su inteligencia sabe que hubo intento de desestabilizar al país y que no tardaremos en ver más videos y grabaciones que demuestren aún más la versión que nos hacemos todos a través de los videos, de los periodicos de los amigos de buena fé como Alfonso y no de un periodista pagado por un patrón dueño de un banco.

"Si a una mosca se le respeta la vida no se diga a un ser humano"
Comentario de Alfonso Pino el octubre 6, 2010 a las 5:48am
Enternecedora la historia de aquel Mariano de pueblo humilde, migrante fracasado, con aspiraciones de agronomo. Condenado por su origen campesino y, probablemente, por su escaso nivel educativo a una vida de privaciones economicas sin fin, la posibilidad de ingresar a formar parte de la otrora gloriosa Policia Nacional le obligo a despedirse de su apacible labrantia provinciana y enrumbar hacia la gran ciudad.
Ingreso a las filas de la institucion, no por la puerta grande de la Academia, pero por la puertita lateral, usada por aquellos que carecen de alcurnia....de nombre rimbombante....y de dinero. Como policia raso, lo primero que aprendio es el dogma de la institucion jerarquizada: honor, obediencia, disciplina y lealtad. Rigorosamente se embebio de los reglamentos policiales y se entrego a la tarea de adiestrarse en el manejo de las armas defensoras que la sociedad le ha entregado, en contra de el artero delincuente. Grande fue su desilusion cuando descubrio que la institucion a la que habia decidido dedicar su vida, habia sido irresponsablemente descuidada por los gobiernos de la incipiente democracia que, con eficiencia digna de mejor suerte, se dedicaron a "sucretizar" la deuda para favorecer millonariamente a los exportadores priviligiados y, posteriormente, a la atrocidad de "regalar" miles de millones de dinero del estado, en favor de unos cuantos banqueros ladrones, asaltantes del pobre pueblo ecuatoriano. Y con horror comprobo que se le ordeno enfrentar al asesino contumaz, al audaz delincuente con...el pito y el tolete!....pues la gloriosa y descuidada institucion no disponia de armas y chalecos antibalas suficientes para cada policia. Debio aprender a dominar la repugnacia que experimento al arribar al PAI designado: excrementos por doquier, destartalada cama, ventanas rotas, sin agua potable....medios de comunicacion? ....medios de transporte?.....absolutamente nada. Total abandono!!. Estoicamente se dio por contento ante la idea de un proximo y digno sueldito. Pero.....Oh!!!...nueva desilusion. Muy pronto se cercioro de que los sinsabores y peligros de su sacrificada profesion se remuneran con sueldos de miseria.....configurando un perfecto caldo de cultivo para la corrupcion que ya observo en algunos de sus colegas policias. Inmerso en la depresion de la desilusion, se mantuvo fiel a su juramento de honor, lealtad, disciplina y lealtad, y no sucumbio a la dulce tentacion del dinero facil y corruptor. Se convencio de que su futuro no se presentaba halagador.
Pronto percibio que vientos de cambio soplaban a lo largo y ancho del pais. Ante la convocatoria a elecciones, el pueblo se volco a las urnas para elegir masivamente al nuevo gobierno, que arribo con promesas de cambio de aquellas estructuras del estado que habian mantenido al pais en el eterno subdesarrolo. Desde su destartalado PAI, Mariano observo con asombro que el pueblo, mediante sucesivas victorias electorales, confirmo hasta la saciedad el caracter de aquel nuevo gobierno como el mas representativo y mas democraticamente electo de toda la historia republicana. Se sintio contento, porque el nuevo Presidente habia prometido modernizar a la Policia.
Mas temprano que tarde, aquella promesa se convirtio en realidad. Con mucha satisfaccion, Mariano se vio forzado a aprender el manejo de las pistolas austriacas Glockner, de las mas modernas del mundo, que el nuevo Presidente habia comprado para la Policia. Ahora ya se sentia con mas confianza para enfrentar al despreciable delincuente. Quedo maravillado cuando supo que ya no tenia que comprar balas de su propio peculio, que la Institucion ya provee con estas balas....y con chalecos antibalas....y con adecuados equipos de comunicacion....y con medios de transporte....y con mayor apoyo logistico. Su designado PAI fue sometido a reparaciones y....ya pudo dormir por fin en una cama decente!!. Como si todos estos cambios no fuesen suficientes, Mariano vio con mucha alegria que tambien el Presidente habia ordenado un incremento bastante substancial, casi del 100%, en su sueldo. Todo cortesia del pueblo y el Presidente, honrando a aquellos que se sacrifican en la defensa de la sociedad.
Pero las desilusiones de Mariano parecen no tener fin. Con asombro, el apacible policia vio que, pese a ya disponer de modernos medios antimotines, fue enviado casi desarmado a apaciguar los motines provocados por indigenas en el Oriente, donde resulto herido por perdigones disparados por presuntos civiles pacificos. Igual le sucedio cuando fue ordenado el controlar a los grandes mineros, destructores de la ecologia.
La luna de miel entre Mariano y el nuevo Presidente imperceptiblemente se acercaba a su fin. El motivo: las modificaciones a la ley de servicio publico que "modifica y conculca varios derechos adquiridos" por...trabajadores del Estado. Ley que elimina las bonificaciones espirituales o no, las canongias, los sobresueldos por onomastico, por el dia del cangrejo, por la medallita, por el dia del jefe, por ascensos, por cualquier cosa. A costa del impuesto pagado por el pueblo!!. Es decir, de mi dinero, de tu dinero. El Presidente como buen administrador, con la nueva ley, pretende controlar estos desatinos. Enhorabuena!!. Mariano no se da cuenta de que los "derechos adquiridos" si no son compartidos por el comun, son privilegios para unos e injusticia para los otros. Quien no sabe de los lujosos aguinaldos que se "daban" (con mi dinero) los burocratas del Banco Central?...o de la Procuraduria? ...o los de Petroecuador? ...de las exorbitantes bonificaciones de las que hacian gala estos privilegiados?. Es insultante el comparar los juguetidos chinos que recibia la tropa policial con los electrodomesticos de lujo de los de Petroecuador!!. Con la nueva ley, todos son medidos con el mismo rasante. Al eliminarse los pagos por ascensos, descensos, las medallitas y los juguetitos, tambien la Policia y FF.AA, como entes publicos, tambien son afectados. A todos por igual. Pero, a la Policia y FF. AA, la ley, como compensacion, les reconoce el pago por horas extras, hecho inedito en la historia de esas instituciones. Si se les eliminan las bonificaciones por ascensos, en consideracion a su funcion especial, se establecen remuneraciones compensatorias. El apacible y humilde Mariano, no podia entender que con estos cambios el resultaba favorecido.
Es asi que, el ya famoso 30 S, fue al hospital de la policia y el destino le pone en contacto con el salvaje alzamiento de sus colegas policias. Un dilema. Se allana al "espiritu de cuerpo" o se decide por honrar su juramento de honor, lealtad y disciplina?...Entre el bien y el mal....La consigna " la tropa unida jamas sera vencida", termina por decidirlo y toma la erronea deterninacion de juntar fuerzas con los salvajes indisciplinados....ignora que la tropa esta desunida, que hay policias correctos, que desaprueban tal ignominia. Pudo haber escogido esta opcion. Con la determinacion tomada, Mariano experimenta el sindrome de Dr. Jeckil y Mr. Hide.....pronto el tambien pone de manifiesto su lado salvaje y lanza una bomba lacrimogena a la cara del Presidente casi desprotegido....intenta agredirlo y lo golpea en la rodilla operada....se lanzan mas bombas y el Presidente cae asfixiado. Cobardemente, Mariano se cubre la cara con camisetas, no al estilo del heroico Ejercito Zapatista, pero al mas puro estilo del contumaz delincuente que busca ocultar su identidad para evadir responsabilidades. Evita con motocicletas que el Presidente sea rescatado y luego, cuando el Presidente es trasladado al hospital, Mariano, junto con sus salvajes colegas, lo rodean. Lo mantendran alli por varias horas. Mariano toma el microfono de radiopatrullas y arenga...."maten a ese h.de p"....."metan bala a los chuspangos caras de v..." ....."callate mamav...que yo me cu...a la pu..de tu madre"...." de aqui ese man que se dice Presidente no sale vivo", y mas expreciones soezes, indignas en la boca de un policia. Mariano no se decide por el magnicidio porque sabe que, mientras el Presidente este alli, tienen el poder. Pero lo hara en cualquier momento.
Haciendo honor a su apodo de Cotonete, cobardemente y con el rostro cubierto, toma las armas que el pueblo y el Presidente le han entregado para atacar a la delincuencia, se agazapa y desde su posicion de francotirador, ataca a la multitud desarmada de civiles que han rodeado el hospital en su afan de rescatar al Presidente. Lanza decenas de lacrimogenas contra la multitud, provocando la desbandada y algunos asfixiados. Poco le importa que tambien Walter, su hijo que esta en neonatologia, tambien sufra de asfixia. Esta aturdido por el odio insano. LLegan los militares. A las balas de goma disparadas por los milicos, el contesta disparando balas de verdad. Caen los primeros heridos y muertos. Poco le importa que este disparando contra sus propios colegas de la policia. El Presidente es rescatado y aqui Mariano llega al climax de su salvajismo e inicia una voragine de disparos de ametralladora, dirigidas al vehiculo del Presidente. Cae otro policia herido de muerte. El Presidente logra ser rescatado sano y salvo y a Mariano le queda la agria sensacion de haber fracasado en el intento de magnicidio. A semejanza del mas perverso criminal, se quita la camiseta de la cara y se pierde en la obscuridad de la noche. Ya se presentara como el apacible policia al dia siguiente. Pero con sangre en las manos. Ha lanzado podredumbre a su juramento de honor, disciplina, lealtad. Ya es un despreciable traicionero. Ha manchado por siempre el honor de la institucion policial. La sociedad ya no podra confiar en la policia-delincuente. No podra ni siquiera ser obligado a renunciar. Sera perseguido con el rigor de la ley y juzgado como a un vulgar delinuente. Y expulsado de la institucion. Aunque para algunitos, aun sera un heroe.

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