LA VANGUARDIA DE HUMBERTO SALVADOR
“En la ciudad se ha perdido un novelista”, la vanguardia de Humberto Salvador, libro autoría de Raúl Serrano Sánchez, es el libro que será presentado este próximo lunes 12 de abril - 19h00 en el Teatro del Museo de la Ciudad de Riobamba. Intervendrán: Alicia Ortega, escritora -Directora del Área del Letras de la Universidad Andina “Simón Bolívar”; Yony Sarango, poeta y el autor.
Raúl Serrano Sánchez, escritor ecuatoriano, en este libro, pasa revista a la vida y obra de Humberto Salvador (1909-1982), uno de los escritores ecuatorianos pertenecientes a la llamada por Benjamín Carrión “Generación del 30”. La obra de Salvador en su tiempo tuvo gran acogida entre el público y la crítica, luego cae en el franco y casi total olvido, que hoy se trae a la luz de la pluma de Raúl Serrano con el estudio “En la ciudad se ha perdido un novelista”.
Alicia Ortega, dice: “Raúl Serrano en pos de Humberto Salvador”. Acabo de leer el excelente estudio que el crítico Raúl Serrano Sánchez dedica al escritor ecuatoriano Humberto Salvador, en su libro “En la ciudad se ha perdido un novelista. La narrativa de vanguardista de Humberto Salvador” (2010). Humberto Salvador (Guayaquil, 1909-1982), perteneciente a la llamada “Generación del 30” y compañero de ruta de Pablo Palacio en la pionera configuración de una literatura urbana y subjetiva, ha sido un escritor injustamente rezagado y olvidado. Serrano ofrece no solamente una detenida indagación en torno a su obra vanguardista, sino que reconstruye
la escena cultural de una época, en la que Salvador es pionero, entre otros aportes, en el estudio y divulgación del pensamiento freudiano. De hecho, Salvador se doctoró en jurisprudencia con una tesis titulada “Esquema sexual” (Santiago de Chile, 1933), “que es suma y síntesis de todo lo que significó su exploración en las aguas del psicoanálisis”. Este ensayo, más los tres libros narrativos (“Ajedrez”, “En la ciudad he perdido una novela” y “Taza de té”) responden a un proyecto estético de experimentación y renovación vanguardista. Salvador fue, en Ecuador, de los primeros escritores en construir alucinantes y provocadoras historias sobre la ciudad y sus fantasmas, y supo indagar sobre la condición del sujeto enfrentado a una
modernidad “que se le presentaba como una sangrienta partida de ajedrez”.
Ortega concluye... “La obra vanguardista de Salvador se convierte en fundacional de la nueva literatura ecuatoriana…”. El crítico reflexiona sobre la repercusión que tuvo el marxismo, el freudismo, el cine y sus mitos fundadores, en las técnicas y recursos que inventa Salvador y, en términos generales, los escritores de la vanguardia latinoamericana. Serrano pone en diálogo la obra de Salvador con la de sus contemporáneos, sin descuidar la escena cultural, por un lado, y, por otro, la reflexión en torno a una escritura que, por su voluntad vanguardista y
estructura lúdica, combina y apela a múltiples recursos —“que van desde el libreto o ‘boceto de comedia’, pasando por la crónica, lo situacional, la prosa narrativa y el guión cinematográfico, recursos que a su vez le dan ese matiz de ‘libro inquieto de modernidad’”—. En suma, se trata, en Salvador, de una escritura que rompe radicalmente con todos los moldes establecidos respecto a las tradicionales formas de narrar. Otra línea subterránea que junta a Salvador con Palacio es el tema de la locura y la indagación en la idea del mal y de lo
mórbido, que, en su tratamiento y desarrollo, otorga a ambos escritores plena vigencia y modernidad. Sin duda, y como sostiene Raúl Serrano, la obra vanguardista de Salvador, producida entre 1929 y 1932, se convierte en
fundacional de la nueva literatura ecuatoriana, que para entonces se encontraba en proceso de consolidación. Sorprende en el estudio de Serrano la sensibilidad, el respeto y la pasión en su acercamiento a Salvador; un vasto y acertado aparato crítico al servicio de una aventura interpretativa que sabe atender al escritor en su amplia dimensión humana: su obra, su vida, su escenario urbano, sus contemporáneos, sus críticos. Con este libro, Raúl Serrano rinde tributo a un escritor que es parte de la memoria y leyenda de su ciudad adoptiva, Quito.
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