POR: PIEDAD ZURITA
VAMOS MÁS LEJOS CON EL CINE ECUATORIANO
El cine ecuatoriano está viviendo uno de sus mejores momentos. Despega en el 2006 con fuerza, paralelo a esto se crea el Ministerio de Cultura (2007), se aprueba la Ley del Cine y luego se crea el Consejo Nacional de la Cinematografía que dirige con acierto Jorge Luis Serrano. Con esto se inicia un alentador panorama en la dinamia cinematográfica nacional de largo aliento.
Fue Augusto San Miguel quien a partir de 1924, con tan solo diecinueve años y en el lapso de ocho meses, rodó en Guayaquil tres películas de ficción y tres documentales, fundando así lo que Wilma Granda llama una “Pequeña Edad de Oro” del cine ecuatoriano.
¿Pero qué ha pasado con los hijos de Augusto San Miguel? Son más de ochenta y cinco años y solo hasta los ochenta nace el corto Los hieleros del Chimborazo de Gustavo Guayasamín, luego La Tigra (1990), Entre Marx y una mujer desnuda (1996) de Camilo Luzuriaga, Ratas, ratones y rateros (1999) de Sebastián Cordero, desde allí ha revivido el cine, y hoy es revelador de la imagen cinematográfica del Ecuador, ya no desde la marginalidad sino viviendo “la nueva época”, con un movimiento de ingeniosos productores y realizadores que están inaugurando un renovado momento para el cine ecuatoriano.
La imagen más audible y visiblemente destacada y reconocida a nivel nacional e internacional es la película Que tan lejos (2006) de Tania Hermida, filme que alrededor de 300 mil personas lo miraron en el Ecuador. En septiembre pasado, en Madrid, la película ecuatoriana desplazó de los primeros lugares a la francesa Conversaciones con mi jardinero, de Jean Becker, y a los dos supuestos éxitos de taquilla del cine independiente español de esos días. La película vendió 5.000 tickets, con sólo 11 copias en toda España. Una cifra notable para un filme latinoamericano.
Para ver esta película fui al mool de Ambato, emocionada de disfrutar tuve la certeza de que tenía que hablar de un antes y un después del cine ecuatoriano. Un filme que nos permite mirarnos a los ecuatorianos, expresarnos en nuestras “señas particulares” que nos hacen diferentes. La sala estaba llena y vivimos con gran intensidad los bellos paisajes y la dialéctica en las relaciones interculturales, los signos y símbolos del país: identidad a partir de la imagen.
Estas particularidades junto a las encuestas en donde un 90% de los jóvenes que participan en el proyecto “Difusión del cine en colegios de Riobamba” (que no han visto películas ecuatorianas y mucho peor conocen a sus personajes) nos motivó a invitar a Riobamba a la directora de la película Tania Hermida, a la actriz principal Cecilia Vallejo (Tristeza), director de fotografía, editor y director de comunicación, para abordar la película “Que tan lejos” y hacerla cercana a los riobambeños. También aproveché de la ocasión para entrevistar a Tania Hermida:
Piedad Zurita: ¿Qué te motivó a abordar las relaciones interculturales reflejadas en las dos protagonistas de la película Que tan lejos?
Tania Hermida: Siempre quise hacer una película “de carretera” con dos mujeres protagonistas, que tuvieran visiones del mundo y de sí mismas muy distintas. El que una de ellas fuera española y la otra ecuatoriana es solo una de sus diferencias, y no necesariamente la más importante. Quería un personaje que viviera más “hacia afuera”, cuyos referentes fueran las imágenes y las películas, ese es el personaje de Esperanza, la española, para quien grabar sus “aventuras” con su cámara de vídeo es parte fundamental de su sentido de la vida. Del otro lado quería tener un personaje que viviera más “hacia adentro”, cuyo sentido de la vida se ha hecho más desde los libros y que está mucho más preocupada de sus ideas y de lo que piensa del mundo que de lo que siente. Esa es otra diferencia importante entre los dos personajes: Esperanza es mucho más “solvente” con sus intuiciones y sus emociones y Tristeza, en cambio, es solvente en sus ideas.
Creo que todo esto tiene que ver con mi propia historia. Desde niña me ha tocado cambiar de ciudad y de país varias veces y eso fue creando poco a poco un interés muy grande en el hecho de que el mundo “se ve” distinto y la realidad misma “cambia” si se mira desde un lugar distinto y se nombra en una lengua distinta. Creo que ese es el tema de QUE TAN LEJOS, cómo nuestra realidad cambia dependiendo de qué somos capaces de “decir” sobre ella.
PZ: Hay una complejidad interesante entre el ser española y el ser ecuatoriana. ¿Cómo lograron visualizarlas?
TH: Yo viví un año en Madrid y creo que eso me dio algunas pistas para construir el personaje de la española, sobre todo en el modo de hablar, en el uso de ciertas expresiones que son clave en el personaje de Esperanza. Hay, además dos temas recurrentes en el guión que tienen mucho que ver con España y que requerían que la protagonista fuera española: las referencias a la historia colonial del Ecuador y el hecho de que muchos de los personajes secundarios que aparecen en la historia tengan familia que ha migrado a España. Todo ese imaginario alrededor de lo que fue y es
España como ese “otro lado” que es parte de nuestra propia historia, es significativo para los personajes de la película.
De ningún modo se trataba, sin embargo, de repetir estereotipos de “la ecuatoriana” y “la española”. En ese sentido, por ejemplo, no creo que el personaje de Tristeza sea “la tipica ecuatoriana” ni Esperanza la “típica española”, ni mucho menos. El personaje de Tristeza tiene una manera de hablar y de ser que nos recuerda a una quiteña un poco “aniñada”, pero no es ese su único rasgo ni el más importante. Para mí es más importante el hecho de que ella se ha construido a sí misma a partir de los libros, de los textos, de las palabras, y su conflicto empieza cuando las palabras no le alcanzan para hablar de sus sentimientos y emociones. Entonces es cuando el personaje adquiere vida propia: en sus particularidades.
PZ: ¿Cómo ha sido la percepción que han tenido los diferentes públicos a nivel del país y fuera?
TH: La película fue un éxito de taquilla en Ecuador, cosa que nunca imaginamos y que nos resultó muy gratificante. Hicimos la película sin “concesiones” de tipo comercial: sin símbolos sexuales, sin efectos especiales, sin grandes acontecimientos, persecuciones o espectáculos visuales. Es una historia simple con muchas lecturas posibles. Fue extraordinario que el público conectara tanto con los personajes y la historia.
Internacionalmente la película ha recibido varios premios y reconocimientos en festivales internacionales, incluidos varios premios del público. Eso nos ha permitido darnos cuenta de que nuestras propias historias, nuestras propias creaciones, pueden tener una lectura “universal”. Mucha gente pensaba que la película no se entendería fuera del país, porque tiene muchos referentes locales. Nosotras siempre estuvimos convencidas de lo contrario: toda historia es de alguna manera “local”, en la medida en que toma un tiempo y un espacio determinados como escenario para contar una historia. Luego, si los personajes y la historia tocan el alma del público, pueden ser comprendidos en cualquier otro espacio y tiempo. Casi todas las historias que conocemos ocurren en un tiempo y un espacio distintos al nuestro y eso no impide que las entendamos. Tenemos que dejar de pensar que “la realidad” está en otra parte y que “nuestra realidad” no puede tener un sentido universal. Eso no es así. Tanto en Nueva York como en Alausí está la “realidad”, está la posibilidad de hacer sentido.
PZ: ¿Qué significo tu experiencia en la Asamblea Constituyente?
TH: Fue un reto tenaz. Significó dejar de lado los proyectos personales por casi un año, para involucrarse de lleno en un proyecto colectivo, el proyecto de todo un país. Había que estar ahí para tomar las riendas, como ciudadanía, de nuestro futuro. Implicó un aprendizaje intensivo de historia constitucional, leyes, lenguaje jurídico, etc. El resultado fue muy gratificante. Creo que tenemos una Constitución muy progresista en términos de derechos culturales, y eso no es poco.
Siempre he creído que trabajar en el territorio de la cultura implica necesariamente tener una visión crítica sobre nuestro entorno y sobre los poderes que lo configuran, es decir: tener una postura política. No creo en los artistas que se autodenominan “apolíticos”. Creo que declararse “apolítico” implica aceptar “el estado de las cosas” y eso ya es, en sí mismo, una postura política. Creo que la cultura, como el ámbito de los intercambios simbólicos entre las personas y colectivos, es un ámbito donde están en juego todas las relaciones de poder que nos configuran como sociedad, de modo que no cabe trabajar en el ámbito cultural sin tener una postura política. En la actual coyuntura, esa postura política implica tomar acciones concretas, como ser asambleísta constituyente, por ejemplo.
PZ: ¿ Si actualmente le tomas el pulso al cine ecuatoriano que podrías decir?
TH: Creo que tenemos una cinematografía naciente. Lo que logremos plasmar en la nueva Ley Orgánica de Cultura va a ser clave para el desarrollo del campo audiovisual en nuestro país. Hoy tenemos una ley de cine y un Consejo Nacional de Cine que ha permitido un crecimiento importante de la producción, de los festivales y de las oportunidades de desarrollo del sector. En el futuro el reto es democratizar el acceso a la formación, producción y disfrute de la producción audiovisual en todo el país. Ese es un camino largo, porque la situación actual es de grandes inequidades (sociales, regionales, de género, entre culturas, etc).
Acrecentar y diversificar la producción y la oferta audiovisual nacional es el reto de los próximos años.
PZ: ¿Cuáles son tus proyecciones en este momento?
TH: Ahora estoy escribiendo el guión para un segundo largometraje, que espero filmar en 2010. Con el tiempo espero que nuestra Corporación (Ecuador para Largo) se consolide como productora y distribuidora de proyectos culturales independientes en el campo audiovisual.
Temporalmente formo parte, además, del equipo de asesores para la elaboración de la nueva Ley Orgánica de Cultura. Como decía antes, creo que esa ley es clave y creo que, como ex asambleísta, tengo la responsabilidad de aportar en su redacción.
Premios de la Película
Qué tan lejos, ha recibido, entre otras, las siguientes distinciones: Zenith de Plata, en el Festival Mundial de Cine de Montreal; Segundo Premio Coral, en Óperas Primas, en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana; mejor Película Iberoamericana, Premio del Público, Premio Mirada de Mujer, en el Festival de Cine Cero Latitud, de Quito; Mención Especial del Jurado, Premio del Público, en el Festival de Cine de las Américas, en Austin, Texas.
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