Usualmente los jueves, Baltasar Ushca abandona su hogar en Cuatro Esquinas, en las faldas del Chimborazo, para iniciar las cuatros horas de ascenso hacia el lugar donde arranca al cerro los bloques de hielo que comercializa el sábado en los mercados La Merced y San Alfonso, de la ciudad de Riobamba.
La subida es esforzada y el trabajo fuerte, pero es parte importante de su vida y la de su familia. Podría dejar de hacerlo y dedicarse a la agricultura por completo, pero tal vez hay grandes recuerdos que lo animan a seguir siendo hielero. “Desde guambrita, mi papá finado fue enseñando a trabajar el hielo. Él era chimbo, cabecita blanca”, dice con nostalgia.
Al llegar comienza la ardua tarea de obtener el hielo. El frío arrecia y se filtra en el cuerpo a pesar del poncho, el zamarro, la bufanda y el sombrero; y es que las manos estás desprotegidas e indefensas ante la inclemencia del temporal. Apenas con ayuda del poncho que toma en sus manos puede manipular las herramientas. Con el pico se adentra en el agua solidificada por milenios, forma un bloque y se ayuda con una barra para sacarlo. Una vez obtenido, con la ayuda de un hacha lo parte en par de bloques, a los cuales envuelve en paja y los carga en mulas. El descenso culmina a las cinco de la tarde cuando llega a su hogar.
Pero, el trabajo no ha concluido. Debe depositar los bloques en unos huecos hechos en la tierra para proteger al producto hasta que el sábado en la mañana sean transportados hasta Riobamba.
El peregrinaje del hielo continúa, no siempre con facilidad. Hay que esperar que una camioneta se anime a llevar a Baltasar y su carga. Cuando al fin sucede, el cristalino diamante natural está más cerca de su destino. En la Merced, Baltasar se despoja de cargamento, recibe dos dólares cincuenta centavos por cada bloque y el infaltable jugo de mora.
El hombre lleva 45 años en este trajinar. La actividad de los hieleros desaparece entre la neblina del Chimborazo. Los hijos de Baltasar no han querido aprender el trabajo porque el frío los atemoriza.
No sabemos hasta cuando, pero, por ahora, todavía queda Baltasar; todavía queda un hielero del Chimborazo.
Fuente Digvas
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